Retablo de San Salvador de Horta. Mediados del siglo XVIII. Iglesia de San Pietro di Silki. Sassari. Imagen de dominio público.
El 14 de enero de 1567 falleció el religioso Salvador de Horta en el convento franciscano de Santa María de Jesús de Caller rodeado de las principales autoridades civiles y eclesiásticas de Cerdeña. Tras vivir un activo apostolado en diferentes casas de la provincia de Cataluña, cosechó una desorbitada fama de taumaturgo que, más allá de los inconvenientes causados a los miembros de su orden, le condujo a morir en “olor de santidad”. Desde ese preciso instante su tumba se convirtió en un importante centro de peregrinación, lo que justificó la apertura inmediata del proceso de canonización bajo el auspicio de la Corona. Es por ello que el 18 de enero de 1600 su cadáver fuera exhumado y al comprobar que se encontraba incorrupto, quedase depositado provisionalmente en una caja dentro de la sacristía conventual a la espera de la construcción de un suntuoso mausoleo. Sería durante este ínterin cuando siete años más tarde, según narró el Padre Muscas, “no fue menos notable, si más sensible, el atrevimiento de un tal Juan de Aranda, que teniendo el oficio de Sacristán, en el convento de Jesús, tuvo medios para quitar el corazón al santo cuerpo”. Tras la meditada profanación, el fraile se dirigió hasta el convento de San Pietro di Silki en Sassari donde le hizo entrega de la “sagrada víscera” al Superior, quien lo colocó en un relicario de cristal sellado con un cordón de plata y suspendido por dos cadenas.
Este episodio plantea un trasfondo de marcado carácter material y especulativo en consonancia con la obsesión por el hallazgo de reliquias que caracterizó a la religiosidad sarda a lo largo del siglo XVII. Así pues, la obtención de estos restos corporales estaría directamente relacionada con la afluencia de fieles a un determinado santuario y, por lo tanto, con un mayor prestigio para el clero involucrado. Más allá de los intereses particulares, la comunidad de San Pietro di Silki lograba así descentralizar un poderoso culto emergente en aquel momento estableciendo en el norte de la isla otro foco de espiritualidad en torno al santo milagroso.
Cercano al presbiterio del templo conventual, en la cuarta capilla del Lado del Evangelio, se encuentra un retablo dedicado a San Salvador de Horta que alberga en el centro de la predela un tabernáculo con un ostensorio, ejecutado a comienzos de la pasada centuria, donde se exhibe la citada reliquia. El retablo fue erigido originalmente a mediados del siglo XVIII en honor a San Diego de Alcalá y está compuesto por un cuerpo con tres calles y un pequeño ático con una valiosa talla de la Virgen con el Niño. A raíz de la declaración de santidad en 1938, el programa iconográfico se vio alterado para acoger en su hornacina central una escultura dieciochesca del santo, elevando con su mano derecha un hisopo mientras dirige una mirada compasiva al enfermo postrado a sus pies, y en el nicho inferior dicho relicario.
Después de la beatificación de Salvador de Horta en 1606 se produjo una intensa labor de promoción del culto a cargo de los virreyes de Cerdeña y de los padres seráficos tanto en el ámbito mediterráneo como en los territorios de ultramar. Con este trasfondo apologético, un relevante miembro del cenobio franciscano de la ciudad de México, procedente con toda probabilidad de la provincia catalana, encargaría al pintor José Juárez un monumental lienzo con el tema de los milagros de San Salvador de Horta en la abadía de Montserrat. No sería casualidad que en las instrucciones dadas por el comitente incluyera un grabado con la misma composición a partir del diseño de Rubens sobre los hechos prodigiosos de San Francisco Javier en Asia. De este modo, se produciría una traslación simbólica en cuanto al papel apostólico desempeñado por ambos personajes, apareciendo así como un modelo de virtudes que estimulara a los religiosos mexicanos en sus campañas evangelizadoras. Algunas crónicas sitúan el cuadro de José Juárez en una de las escaleras del convento emparejado junto a otro del Tránsito de San Francisco de Asís, por lo que se configuraría, ante la mirada de los futuros misioneros, una segunda dualidad iconográfica acerca de la pastoral edificante de San Salvador de Horta en perfecta sintonía con el legado espiritual del patriarca fundador.
November 29, 2019
Bibliography
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Kirova, Tatiana K., Antonello Tramontin y Albachiara Bergamini. «Architetture della religiosità popolare nella Sardegna del XVII secolo: Cumbessias e Muristenes». En Arte e cultura del ’600 e del ’700 in Sardegna, editado por Tatiana K. Kirova, 267-280. Napoli: Edizioni Scientiche Italiane, 1984.
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Sigaut, Nelly. «Milagros del beato Salvador de Horta». En José Juárez: Recursos y discursos del arte de pintar, 253-259. México: Instituto Nacional de Bellas Artes, 2002. Catálogo de la exposición.